Se empieza a desmoronar. El pequeño mundo encerrado en un puño se desborda entre mis dedos. No puedo hacer nada. Sólo observo, procurando la indiferencia durante el proceso. De nuevo eludiendo posibles implicaciones que perturben un equilibrio demasiado frágil.
Escuchas nuevas vidas tras la puerta, paralelas al desencanto. Dejas que crezcan, eres sólo espectador, recuerda...te aburrían los titiriteros. Imprevistos, vueltas de tuerca, ensoñaciones impensables que salen del mundo de los quizases y los sueños para postrarse bajo mi cama, en las paredes, en el aire...Se han esparcido todas y no saben parar.
Sigo viéndolas pasar...y no quiero que me importe el que a su paso se coman mi catulismo, conseguido tras duro entrenamiento. Ahora no puede ser el final del muro firmado por el Carpe Diem.
Ahora sólo quiero volar mirando distraída el paso de nuevas diapositivas...cómo no, quemadas.
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